Centro de Orientación Familiar San Julián

Acudimos al COF desesperados por los problemas académicos y cambios de comportamiento de nuestro hijo. La mala salud de uno de nosotros y la distancia a la que vivía nuestro otro hijo eran también un obstáculo en nuestra familia. En el COF nos hemos sentido escuchados, comprendidos y apoyados.

Nuestros problemas no se solucionaron de repente, pero gracias a los voluntarios que nos han acompañado, hemos aprendido estrategias que nos han ayudado a conocernos mejor, a mejorar la comunicación entre nosotros, a expresar nuestros sentimientos, a replantear nuestra relación familiar e iniciar una nueva etapa.

El COF me ha acompañado en el discernimiento sobre la posible demanda de nulidad de mi matrimonio. Me han ayudado a analizar la situación desde un punto de vista espiritual, psicológico y legal. He recorrido un camino a la luz del Evangelio y de la oración.

Lo que más me ha ayudado ha sido descubrir cuál es la herida de mi vida y trabajar el perdón hacia mí misma y hacia los demás. Actualmente tengo paz, y a pesar de mi sufrimiento, he experimentado en mi vida la sanación de la herida por medio del perdón. Creo que este trabajo me ha ayudado a crecer como persona. Estoy muy agradecida al COF por este acompañamiento, puesto que me ha ofrecido herramientas para vivir mi vida de manera más plena y consciente, a vivir anclada al presente, intentando reconciliarme con mi pasado y procurando que el futuro no me quite la paz.

Todo empezó una noche que tenía ganas de morirme. Entré en internet buscando un teléfono de la esperanza en España, pues vivo en el extranjero. Escribí varios mensajes a distintos contactos y me contestaron desde el COF San Julián. Me sentía muy sola, ya que siento no tener ninguna familia en este mundo. Esa noche me removían muchas cosas del pasado: dos abortos que aún no he sanado, mi ruptura matrimonial y una ruptura muy fuerte con mi familia de origen. A la mañana siguiente, recibí un mensaje y pudimos hablar. Fue un momento importante, pues me sentí comprendida, escuchada, tratada con misericordia, pusimos a Dios en el centro para entendernos en profundidad. Me encontré con alguien que me escucha y eso me dio luz y esperanza en la vida. Ahora estoy en camino de comprenderme, aprendiendo a amarme a mí misma y a respetarme siendo consciente que es imprescindible para poder amar a los demás. Sigo mi caminito de sanación, aunque tengo días difíciles sé que hay un camino por recorrer.

En el COF me han ayudado en varias ocasiones: cuando necesitaba ser escuchada contando los problemas de mi familia, para desahogarme cuando estaba enfadada, para llorar cuando necesitaba que me consolaran,... No es fácil encontrar todo esto hoy en día y, en el COF, por la misericordia de Dios, te lo regalan. Es precioso.